Maestro, siempre maestro
El maestro se rompe la camisa, se desgarra las venas, y canta con cada trozo de las tripas que aguantaron su voz.
Y no aguantó, porque cantar y recitar no dejan tiempo a la vida y la vida acaba llevándote más cerca de la muerte que la misma muerte.
Pero la luna nos recuerda donde las sillas y las gitarras aullaban con palmas calé y donde las jeringuillas rodaban entre papel quemado, sobado, arrugado y convertido en el viento que por fragancia lleva su alma que nadie sabe si dejó algún día de cantar.
Un recuerdo a Camarón, más persona que palabra, más palabra que mito, más mito que dolor, más dolor que canción, y al final siempre quedará su canción.
Y no aguantó, porque cantar y recitar no dejan tiempo a la vida y la vida acaba llevándote más cerca de la muerte que la misma muerte.
Pero la luna nos recuerda donde las sillas y las gitarras aullaban con palmas calé y donde las jeringuillas rodaban entre papel quemado, sobado, arrugado y convertido en el viento que por fragancia lleva su alma que nadie sabe si dejó algún día de cantar.
Un recuerdo a Camarón, más persona que palabra, más palabra que mito, más mito que dolor, más dolor que canción, y al final siempre quedará su canción.
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